Ruby lo miró con miedo, sus ojos reflejaban una mezcla de angustia y desespero.
—¡No hice nada, Alfa Kaen! —exclamó, pero su voz temblaba, traicionando su intento de parecer convincente.
—¡No me mientas! —respondió Kaen, su tono era una mezcla de furia y decepción—. Ayer, fuiste capaz de tenderme una trampa para molestar a Isabella, ¿verdad?
Ruby sintió cómo las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, y con un sollozo ahogado, dejó escapar su dolor.
—¡Dijiste que me amarías a mí, pero no lo hiciste! ¡Te quedaste con ella, con Isabella! —sus palabras eran un grito desgarrador, cargado de la tristeza que llevaba dentro.
Kaen, sintiéndose atrapado entre el amor y la culpa, respondió con frialdad.
—¡Nunca te prometí amor de pareja! Solo te prometí cuidarte para siempre porque me salvaste.
Las palabras de Kaen fueron como un golpe en el estómago para Ruby.
Ella lloró con tristeza, sintiendo que su corazón se rompía en mil pedazos.
—Yo iba a morir por ti, Kaen, ¿por qué no me amas? —pregun