.8.
—Hugo, esto no es solo sobre nosotros —susurró con desesperación—. Mi padre... su salud está empeorando, y esta es la única manera de mantener a mi familia a salvo. Si me kvoy, si rompo este matrimonio, mi familia lo perderá todo. No puedo... no puedo arriesgarme.
El silencio al otro lado de la línea fue devastador. Sofía sabía que había roto algo en él con esas palabras, pero no había otra opción. No podía permitirse pensar solo en su amor cuando las vidas de tantas personas estaban en peligro.
—Entonces... ¿esto es todo? —preguntó Hugo, su voz rota y cargada de dolor—. ¿Estás diciendo que debo olvidarte?
Sofía no pudo responder de inmediato. Quería decirle que no, que nunca lo olvidaría, que su amor por él seguía siendo tan fuerte como siempre, pero las circunstancias la asfixiaban. Miró de nuevo a Alex, quien ahora se acercaba, notando su tensión.
—No es que quiera que me olvides... —logró decir finalmente, luchando por mantener la compostura—. Es que no sé qué más puedo hacer. Est