La pequeña casa de Hugo estaba lejos de ser lujosa, pero para Sofía, ese modesto espacio se sentía como el único refugio verdadero en el que podía ser ella misma. Las paredes sencillas, la cocina cálida con el aroma de café recién hecho y las luces tenues al atardecer creaban una atmósfera acogedora que la hacía sentirse en casa, mucho más que la mansión que compartía con sus padres. A pesar de la humilde apariencia, para Sofía, estar ahí, junto a Hugo, era el verdadero lujo.Esa tarde, Hugo se encontraba cerca de ella, acariciando suavemente su cabello mientras ambos se encontraban acurrucados en el sofá. Sus ojos brillaban con un amor que, aunque a veces parecía demasiado grande para lo que el mundo esperaba de ellos, era real. Era un amor puro, sin barreras, algo que no podían negar, aunque lo intentaran.Hugo, con una delicadeza que Sofía jamás había experimentado, la miraba con una mezcla de ternura y deseo. Sabía lo mucho que ella significaba para él y sentía que no podía dejar
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