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Pero, ¿por qué debería importarle si Davis tenía una amante? O dos. Él podía hacer lo que se le diera la gana. Es más, si dejara de prestar atención a Sofía y se enfocara en otra mujer, quizás eso le abriría la oportunidad de que él mismo pidiera el divorcio. Y entonces, por fin, sería libre.
El enojo no la dejaba ver, al principio, lo útil que podía ser esta situación. La pelirroja estaba interesada en Fernando; eso era evidente a kilómetros de distancia. Si él también sentía algo por ella, Sofía tendría que darle la oportunidad de demostrarlo. Sí, eso haría.
—Bueno, no se detengan por mí. Continúen con lo suyo. Yo me voy. —Se dio media vuelta, decidida a salir del despacho. Mientras caminaba hacia la puerta, el plan que se había formado en su mente comenzaba a tomar forma.
Sin embargo, Fernando la detuvo, sujetándola del brazo. El gesto solo aumentó su enojo. ¿Por qué lo hacía? ¿Qué esperaba? ¿Qué se quedara a observar cómo coqueteaba con esa mujer? Pensarlo era absurdo. Claro que n