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Fernando entró furioso, con una mirada que jamás había visto en él. Sofía sintió el peso de su ira antes de que él siquiera dijera una palabra. Su primera reacción fue cubrirse, incómoda por su ropa ligera, pero eso quedó en segundo plano cuando él cruzó la habitación hacia ella con pasos firmes y tomó sus muñecas con fuerza.
—¿Quién diablos es Hugo? —espetó, mirándola con ojos llenos de rabia. Sofía sintió que la sangre se le helaba. Ella le había dicho el nombre de su novio en su noche de bodas, pero era claro que para Fernando era insignificante que no debía recordarlo, pero ¿Por qué ahora preguntaba por él? ¿A caso él sabía algo? ¿Acaso Alex había descubierto algo? Su mente no podía procesar lo que estaba ocurriendo—. ¡Contesta! —gritó, zarandeándola con brusquedad.
—Yo... yo no sé de qué estás hablando... —balbuceó, tratando de ganar tiempo, pero su voz temblorosa la traicionó.
—Sé perfectamente que este matrimonio es un acuerdo, pero no voy a permitir que me veas la cara de idio