Mundo ficciónIniciar sesiónLa comida enviada por Gideon —un guiso de carne especiada y raíces asadas— olía delicioso, pero ninguno de los dos la tocó. En su lugar, se sentaron junto al fuego y compartieron la carne seca que Darius aún guardaba. Era una declaración silenciosa: en esta cabaña, en medio de un clan que los observaba con codicia y envidia, solo confiarían el uno en el otro.
"No puedes fiarte de los regalos, Elizabet", dijo Darius en voz baja, mientras partía un trozo de carne con su cuchillo y se lo ofrecía. "Especialmente de los que vienen del líder. Todo tiene un propósito".
"Lo entiendo", respondió ella, aceptando la carne. Sus dedos rozaron los de él, un pequeño punto de calor en la fría tensión de la cabaña. "En mi antiguo hogar, la política también se servía en bandejas de plata".
Darius la miró, una nueva capa de







