Mi nombre es Andrómeda, yo era una princesa hasta hace un tiempo, después de un suceso fatal fui exiliada por mis padres, he estado vagando por distintos mundos en busca de un nuevo inicio, ahora tengo una vida nueva en la Tierra, tengo nuevas metas y nuevos sueños, pero debo volver a enfrentar mi destino, aunque esto me lleve a la muerte. Exilio narra una historia de magia y dimensiones ocultas donde la protagonista debe tomar decisiones que afectaran el destino de todos. Libro 1 de 3
Ler mais“¡Corre!”
Esa voz, un grito ahogado por la desesperación, retumba en mi mente. Es tan familiar que duele no poder recordar de quién es.“¡Andy, corre!”
La angustia en su tono me atraviesa como una lanza de hielo. Me está advirtiendo… algo. Algo importante. Algo aterrador.
Pero… ¿quién es? ¿Por qué no logro recordar?
Me despierto de golpe, jadeando. El corazón me late con fuerza, como si intentara escapar de mi pecho. La voz todavía resuena dentro de mí, cargada de miedo. Me oprime el pecho, aunque no logro entender por qué. Solo fue un sueño… ¿cierto?
Miro el reloj — Demonios, ¡es tarde! — exclamo.
Salto de la cama tan rápido que mi mente no logra procesar nada. Todo es una maraña borrosa de prisa y ansiedad. Me meto en la ducha, me visto sin pensar y salgo corriendo.
Afuera, la madrugada me recibe con una bofetada de aire gélido. El invierno apenas comienza, pero ya cala los huesos. Son las cinco de la mañana y, aun así, voy retrasada.
Cada día corro diez cuadras hasta llegar al subterráneo. Siempre he pensado que todo sería más fácil si pudiera mudarme más cerca de la universidad, pero mi trabajo como ayudante de cocina apenas alcanza para pagar una renta modesta en las afueras de la ciudad.
Por suerte, hoy hay pocos pasajeros y consigo un asiento. Apenas me dejo caer, el cansancio me vence. Mis ojos se cierran.
“Debes volver, Andy… La reina está muriendo.”
Me despierta un suave empujón — Señorita, ya llegamos a la estación terminal —
Miro el reloj. Las 6:35 a.m — ¡No, no, no! — mascullo, desesperada.
Si no me doy prisa, no llegaré. El profesor Norton fue claro la última vez: una falta más y reprobaré el semestre.
Subo al autobús a las 6:40. Voy repitiendo en mi cabeza que, si corro lo suficiente, tal vez aún pueda llegar antes que el profesor.
La ciudad amanece bajo un cielo plomizo. Al llegar a la universidad, corro por el campus con las mejillas ardiendo por el frío. Cada bocanada de aire es una punzada en el pecho. Subo las escaleras hasta el tercer piso casi sin sentir las piernas.
Miro el reloj: 7:03.
— Lo logré — susurro, jadeando
Me deslizo hasta mi asiento justo antes de que el profesor entre. La clase transcurre sin contratiempos, pero yo no estoy realmente allí.
La frase sigue resonando en mi mente.
“La reina está muriendo.”
¿Por qué esa afirmación me afecta tanto? ¿Qué sentido tiene? Mi madre no puede estar muriendo… y aunque lo estuviera, no puedo volver.
Pero el pensamiento me persigue.
La realeza de Dargenthu es inmortal. En toda la historia reciente, solo tres miembros de la familia han muerto: mi abuela, Pandora, y su hijo, Félix.
Las circunstancias de sus muertes nunca fueron esclarecidas. Se dijo que murieron defendiendo el reino de las criaturas oscuras. Por eso sus nombres se convirtieron en leyenda.
Pero las leyendas también sangran. Y si la reina realmente está muriendo, todo podría estar a punto de cambiar.
— ¡Andy! — La voz del profesor Norton irrumpe con fuerza, arrancándome de mis pensamientos — ¡Andy, por favor, contesta! La pregunta 16 de tu libro de texto —
Demonios. Ni siquiera sé en qué página estamos — Lo lamento, profesor... no estoy segura de cuál es la respuesta — respondo, sintiendo cómo el calor me sube a las mejillas.
Nunca he sido buena para inventar excusas.
— Debes prestar atención a la clase — dice con tono severo — Recuerda que necesitas sacar un 9 en el examen final si quieres aprobar —
Sus palabras me devuelven a la realidad como una cachetada.
Ya no soy la princesa de Dargenthu.
Fui exiliada por mis propios padres. Ahora no soy más que una estudiante más, atrapada en una rutina que no me pertenece. Un trabajo agotador, una vida sencilla, y una existencia donde la magia es solo un recuerdo lejano.
Las clases finalizan sin novedades, aunque mi mente sigue divagando. Me encamino hacia el trabajo. La jefa de cocina me odia con suficiente intensidad como para reportarme por un solo minuto de retraso. No puedo darme ese lujo.
El restaurante está a reventar. Viernes por la tarde: todos los estudiantes que pueden permitírselo salen a divertirse. Los que no, como yo, trabajamos.
La cocina es un hervidero de gritos, vapor y pasos apresurados. En fines de semana se convierte en una batalla campal, y todos tratamos de sobrevivir el turno. Yo estoy en las freidoras. El calor es insoportable, pero te acostumbras… o eso intento decirme.
Observo cómo el aceite burbujea, lanzando pequeñas explosiones de vapor al contacto con los alimentos. Tengo que tener cuidado, basta un solo paso en falso para salir herida.
Entonces, algo cambia.
El aceite tiembla. No es solo una ilusión: las freidoras, los platos, incluso el suelo… todo se está moviendo.
— ¡Un terremoto! — grita uno de los meseros.
Apenas puedo procesar lo que dice. El chef jefe grita órdenes.
— ¡Cierren las válvulas de gas! ¡Salgan todos, ya! —
El suelo retumba con violencia. Hay gritos afuera, cristales vibrando, el caos adueñándose de todo. Cuando por fin salgo del restaurante, la escena es inquietante: gente corriendo, edificios evacuados, rostros llenos de pánico. Todos sacan sus celulares buscando respuestas, pero las redes están saturadas. No hay información clara. Solo incertidumbre.
Pasan unos minutos eternos.
Entonces empiezan a llegar las primeras publicaciones en redes sociales:
“Múltiples terremotos provocan caos en distintas ciudades del mundo.”
“Alerta de tsunami tras un sismo masivo.”
“Científicos desconcertados por la sincronía de los sismos globales.”
Nada tiene sentido. Cuatro terremotos, en distintos puntos del planeta, y sin epicentros confirmados. Las comunicaciones fallan. Las líneas telefónicas están saturadas. La gente entra en pánico, tratando de contactar a sus seres queridos.
Yo, en cambio, solo siento angustia.
No debería preocuparme. No tengo a nadie aquí. No en este mundo. Tal vez solo sea ansiedad colectiva. Siempre se ha dicho que el miedo se contagia.
Pero algo en mí sabe que esto es más que eso.
La sensación en mi pecho no es pánico. Es una advertencia.
Con el paso de las horas y la reanudación parcial de las comunicaciones, las teorías comienzan a florecer como hongos tras la lluvia. Conspiraciones, suposiciones, predicciones apocalípticas… nadie tiene una respuesta certera, solo fragmentos de miedo.
Y yo también tengo mi propia teoría.
¿Y si esto no es natural? ¿Y si es algo más? ¿Una grieta, quizás, en los campos que separan la Tierra de Dargenthu?
No… es absurdo. Esos campos han permanecido intactos durante siglos. Son una barrera perfecta. Infalible
Sigo perdida en mis pensamientos, alimentando mis propias conjeturas… hasta que lo veo.
Al otro lado de la calle, parado entre la multitud.
Sus ojos clavados en mí.
Por un segundo, el mundo se desvanece.
Siento que el suelo desaparece bajo mis pies. El aire se vuelve denso, irrespirable.
No sé si estoy alucinando, si el estrés me juega una mala pasada…
Pero por un instante, vi a Liam.
Mi hermano.
Eso no puede ser real. Él no puede estar en la Tierra. No es posible.
Pero sus ojos…
Sus ojos eran los mismos.
***
Mi hermano Liam es el tercero de cinco. El mejor mago de Dargenthu, miembro de la corte y del Gran Consejo del Rey. Pero más allá de sus títulos y habilidades, siempre fue el único que realmente entendió por qué me fui. Él podía ver lo que otros no: mis miedos, mi tristeza, ese vacío que ni siquiera yo podía nombrar. Nuestra comunicación era única, constante… hasta el día en que tomé la decisión de marcharme.
No intentó detenerme. Solo me deseó suerte y me dijo que, si alguna vez lo necesitaba, podría buscarlo.
Ahora que es él quien me busca, algo dentro de mí se agita. Esa incertidumbre que llevo arrastrando desde el incidente de los terremotos parece tomar forma. ¿Y si la reina realmente está en peligro? ¿Y si todo esto es real?
Ha pasado una semana desde aquel día en que creí verlo entre la multitud. Desde entonces, no he sabido nada. Ningún mensaje, ninguna señal. Si realmente fuera algo grave, sé que ya habría encontrado la forma de contactarme. Quizá estoy pensando de más. Tal vez es solo mi ansiedad… o el anhelo oculto de volver a lo que un día fue mi hogar.
— ¿En qué estás pensando? Te ves más distraída de lo normal — me dice Gale, sacándome de mis pensamientos
— ¿Eh? No, en nada… Solo en los exámenes finales. Y en las vacaciones. Las espero con ansias —
— Yo también. No veo la hora de salir de la ciudad, romper un poco la rutina. Dime que vendrás conmigo, ¿verdad? —
— No lo sé. Este año quiero buscar un empleo de tiempo completo. Si tengo suerte, podré ahorrar lo suficiente para cubrir el último semestre de la universidad —
— Vamos, ya te lo he dicho: puedo ayudarte con algunos gastos. Así podrías venir conmigo a la cabaña de mis padres —
— Sabes que no puedo aceptar eso. No me sentiría cómoda involucrando el dinero en nuestra amistad — y era verdad, aunque Gale tenía suficiente dinero para vivir mil vidas en comodidad, yo no podía aprovecharme de eso
— Hmm… siempre tan terca. Está bien, aceptaré que no vengas esta vez. Pero la próxima no dejaré que pongas ni un solo pretexto —
— De acuerdo, pero ahora debo irme, o llegaré tarde al trabajo —
— Nos vemos luego, entonces —
— Hasta luego —
Estoy agotada. El trabajo fue especialmente agitado hoy, pero al menos logró mantener mi mente lejos del pasado por unas horas. Son las doce y media de la madrugada, y apenas voy camino a casa. Debo darme prisa o...
— ¡Liam! — mi mente se queda en blanco al verlo frente a mí, esta vez estoy segura de que no es una ilusión — ¿Liam...? ¿Eres realmente tú? —
— Hola, Andrómeda. Me alegra verte tan bien — su voz, es la misma que recordaba, su expresión amable y con ese toque suave de su sonrisa… es mi hermano, mi refugio
— Yo... yo... —
Las lágrimas me brotan antes de poder contenerlas. Él está aquí. Es real. Está frente a mí. No es una visión. No es un sueño.
— Oye, tranquila... Todo está bien —
Me envuelve en sus brazos, y en ese instante, dejo de ser la mujer adulta que intenta sobrevivir en un mundo ajeno. Me vuelvo la niña pequeña e indefensa que alguna vez se escondía en su abrazo cuando tenía miedo. Su presencia es cálida, firme. Como si con solo tocarme, pudiera reconstruirme. Me hace sentir... en casa.
— Me alegro tanto de verte. Hace tanto que dejé el castillo que parece toda una vida. Pero dime, ¿por qué has venido a la Tierra? ¿Está todo bien en casa? — le digo con voz ronca
— Andy... Tenemos que hablar —
Su voz es grave. Su mirada, opaca, llena de sombras. En sus ojos se dibuja un temor que nunca había visto. Y cuando habla, algo en su tono hace que mi corazón se detenga por un instante. El miedo que carga parece contagiarme, como una ola oscura que se arrastra hacia mí sin aviso
— Se trata de la reina... ¿verdad? —
— Es más complejo que eso —
Mientras hablábamos, algo comenzó a cambiar en el ambiente. Un hedor putrefacto impregnó el aire, como carne en descomposición mezclada con humo. La atmósfera se volvió pesada, cargada de odio. Una sensación densa, venenosa, nos rodeó como una advertencia. Ambos lo reconocimos al instante.
Un lamento.
Nos miramos en silencio, sin necesidad de decir nada más.
Todos se reunieron en el templo a la espera de los novios, los carruajes salieron del castillo, llevando la caravana detrás como lo marca la tradición. Primero llegó el novio su carruaje se posiciono frente al templo y bajo para que todos los invitados entraran con él. Saludo a todos los presentes y espero a su amada. El carruaje de la novia llegó poco después, todos estaban expectantes esperándola. Ella bajo llevando un hermoso vestido blanco, al entrar la música comenzó. El ministro comenzó la ceremonia, todos estaban emocionados y felices por ellos. Realmente fue una sorpresa para todos que las cosas entre ellos llegarán hasta este punto. El momento más importante llegó y el ministro preguntó ― Liam, ¿aceptas a Nyla como tu esposa para cuidarla y respetarla hasta que la muerte los separe? ― ― Acepto ― contesto él sin dudarlo. Posteriormente le hizo la misma pregunta a ella quien acepto feliz. Ese día se habían unido en matrimonio después de un año
El silencio se hizo cada vez más profundo en la cámara, nadie esperaba que Andrómeda perdiera la vida, siempre pensaron que al purificar la magia ganarían la guerra sin perdidas. Pero ciertamente la guerra es algo costoso para todos los involucrados, siempre se pierde algo.― Quizás Jerome puede salvarla ― dijo Gale aun con la esperanza de recuperar al amor de su vida― Gale, debes aceptarlo ― le dijo Sebastián ― no hay nada que hacer ―En ese momento Jerome entro en la sala, se acercó para ver si ella estaba aún con vida o si realmente era muy tarde ― Sigue viva ― cuando Jerome dijo esto la esperanza volvió para todos ― pero está muy débil, si sigue así morirá pronto, puedo ayudarla, pero deben salir todos ― inmediatamente se levantaron y salieron de la cámara ― Gale, dame el collar del Rey dragón y salgan, cierren las puertas, no entren aquí sin impo
Andrómeda anuncio que el proceso estaba listo para iniciar, y Sebastián preparó a todos para resistir el ataque que vendría ― ¡Todos a los muros! ¡Defenderemos la ciudadela contra todo! ― grito Sebastián anunciando a los reclutas que estuvieran listosEn su mayoría eran jóvenes de 17 años, aunque había algunos un poco mayores también había jóvenes, en su corazón Andrómeda sabía que debía apresurarse lo más posible, esos reclutas a pesar de haber sido entrenados eran prácticamente niños, y no podía dejar que sus vidas fueran expuestas de esa forma.Los reclutas estaban en sus posiciones, sosteniendo sus armas con manos temblorosas, el miedo inundaba sus corazones pues sabían que su magia no era rival para el ejercito de lamentos, y aunque fueran los mejores se estaban enfrentando a una muerte segura. Pero su objet
Connor y Liam trataban de acercarse con el dirigible, intentando llegar a Andrómeda, pero los lamentos se arremolinaban hacia ellos haciendo que fuera imposible avanzar. Los lamentos bajaban hacia Génesis atacándola, Andrómeda comenzaba a recuperar la conciencia, pero había heridas profundas que le impedían moverse a voluntad. Se vio rodeada por lamentos y justo cuando Génesis estaba por perder la batalla contra ellos, apareció Kaleb para alejarlos ― Debes seguir ― le dijo mientras le ayudaba a levantarse ― Génesis, llévala al obelisco ― dijo mientras seguía peleando, dándoles una brecha para emprender vuelo nuevamenteTodos habían quedado atrás, Génesis y Andrómeda estaban cerca del escudo de la ciudadela, pero los lamentos seguían atacándolas y Olimpia iba tras ellas del mismo modo. Nuevamente Andrómeda pudo percibir que Olimpia preparaba un a
Olimpia perdió la conciencia por unos momentos, no sabia como es que un ataque tan simple pudo hacerle tanto daño, pero ahora no bajaría la guardia. Llamo a todo el ejercito de lamentos para que pelearan a su lado. Cuando comenzaron a llegar parecían nubes negras, la cantidad de lamentos que los invadían era inmensa.Los soldados comenzaron a temblar, todos sabían en su corazón que era una batalla perdida. Olimpia sabia que sus posibilidades de vencer a Andrómeda eran mínimas ahora que ella tenia las gemas así que opto por el camino más factible.Olimpia desapareció nuevamente con su técnica de camuflaje y mientras sus lamentos atacaban ella preparaba la estocada final. Gale llamo a todos a reagruparse para hacer frente a la ola de lamentos que estaban llegando ― ¡Todos juntos! ― en ese momento Félix ya estaba junto a Gale ― ¿Estarás a mi lado? ― le pre
Casi por llegar a ella, fue interceptada por Gale ― No dejaré que llegues a ella ― dijo lanzando una bola de fuego y humo que dejo sin visión a Olimpia por un instante― ¿Crees que con esos trucos vas a ganar? ― dijo ella furiosa― No esperaba ganarte con eso ― contestó el tono triunfal ― solo era una señal para pedir apoyo ― para cuando Olimpia noto lo que había pasado ya se encontraba rodeada por dragonesLos dragones son criaturas maravillosas, ya que son los únicos que no han sido convertidos en lamentos, el Rey Druida Dindellis se encargo de volverlos inmunes a esa clase de magia el temor de Olimpia hacia ellos provenía de saber que nunca podría dominarlos como al resto de las criaturasCon ayuda de sus dragones Gale comenzó a pelear con mayor confianza combinando sus ataques con ellos, lo que puso en aprietos a Olimpia. pelear contra un solo dragón era una tarea complicada,
Último capítulo