El amanecer apenas rozaba las ventanas del penthouse cuando Aleksandr se incorporó en la cama, observando a Valeria dormir. Su rostro, relajado en el sueño, contrastaba violentamente con la tormenta que él sentía gestarse. Los últimos ataques de Iván habían sido demasiado precisos. Alguien estaba hablando.
Se vistió en silencio y salió de la habitación, cerrando la puerta con cuidado. En su despacho, Luka ya lo esperaba con una carpeta manila sobre el escritorio. El guardia leal, ascendido a mano derecha tras la muerte del traidor Dante, tenía el rostro tenso.
—¿Encontraste algo? —preguntó Aleksandr, dejándose caer en su silla.
Luka abrió la carpeta, revelando fotografías de vigilancia. Viktor Sokolov, su jefe de seguridad, aparecía conversando con un hombre en un callejón oscuro. En otra imagen, entregaba un sobre. La tercera mostraba su rostro, mirando nerviosamente hacia atrás.
—Tomadas hace tres días —explicó Luka—. El hombre es conocido. Trabaja para Iván.
Aleksandr sintió que la