12. Soy el hombre de aquella noche .
El taxi se detuvo frente al Hotel Royal y sentí que el aire se me atascaba en la garganta.
Ahí estaba. Tan imponente como siempre. El edificio de vidrio y mármol que parecía mirarme desde arriba, como si supiera todo lo que guardaba dentro de mí. Sus luces brillaban como estrellas frías, y su puerta giratoria resplandecía con elegancia, como una trampa dorada esperando a cerrarse sobre mí.
Tragué saliva. No era solo un hotel. Era un recuerdo envuelto en terciopelo y mentiras. Era el principio del fin. El escenario donde todo cambió.
Miré a Diana y a Santiago sentados a mi lado en el asiento trasero, jugando con sus manos, ajenos al torbellino que yo llevaba por dentro. Santiago tenía la camisa ligeramente arrugada y Diana se había quitado una de las trenzas en el camino, pero aún así… se veían hermosos. Mis pequeños. Mis razones.
Pagué el taxi con manos temblorosas y bajamos. Sujeté sus manitas con fuerza mientras cruzábamos las puertas giratorias. Apenas puse un pie dentro, el olor a