39. Segunda vez
El corazón de Lana dio un vuelco.
Parte de ella quería protestar, huir, negarlo.
Pero su cuerpo la traicionaba.
Sentía el calor en su vientre, la humedad renovándose entre sus muslos a pesar de estar adolorida.
Eryx lo notó.
Gruñó satisfecho.
—Mírate... aún ardiendo para mí —Se inclinó para besarla, esta vez más lento, más profundo, pero cargado de la misma hambre—. Voy a tomarte otra vez. No puedo detenerme.
—No... —jadeó ella aunque sus brazos lo rodeaban con fuerza, aferrándose a sus hombros—. Acabas de...
—Acabo de hacerte mía —corrigió él con voz grave—. Y voy a volver a hacerlo hasta que tu cuerpo entienda que solo yo puedo tocarte.
Ella trató de incorporarse pero él la empujó suavemente contra la cama.
—Estás temblando —observó pasando su mano por sus muslos.
Lana giró el rostro avergonzada para que no viera como se sonrojaba con el deseo marcado en su expresión, ni en sus ojos.
—No quiero más...
Eryx la tomó de la mandíbula obligándola a mirarlo.
—Tu cuerpo miente, cachorra