37. Nunca vas a irte de mi lado
Eryx se inclinó sobre su espalda apoyando la frente en su hombro y su voz llegó grave, casi ahogada por el deseo.
—Joder… Debiste decírmelo antes.
—¿Importa? —preguntó ella apenas audible.
Según todo lo que había escuchando de Eryx no debía importarle en lo más mínimo.
De hecho, normalmente los machos se sentían extasiados cuando la hembra tenía experiencia.
Él gruñó bajo y su aliento le recorrió la nuca.
—Jodidamente me importa, tú me importas, cachorra.
Entonces algo en su ritmo cambió.
Eryx no se volvió dulce, pero sí más contenido.
Más brutalmente cuidadoso.
Apoyó una de sus manos en el vientre de ella, sosteniéndola contra su cuerpo antes de cargarla con facilidad llevándola a la cama donde la acostó examinando su belleza casi con reverencia después de despojarla de su ropa y que él mismo se deshiciera de la suya.
Su cuerpo duro se posicionó sobre el de ella apoyando sus manos a cada lado de su cabeza sobre el colchón que se hundió por el peso del macho.
Los ojos de Eryx se cla