32. Las sirvientas del placer
"Es obsesión", pensó él con desesperación, tratando de aferrarse a esa idea, a esa mentira que lo protegía de lo que en verdad sentía. "Solo es obsesión, solo un capricho, un fuego que se apagará…"
De repente, como si recordara el por qué ambos estaban allí, Eryx se apartó de ella abruptamente, mirándola lleno de tensión.
Y Lana le devolvió la mirada temblorosa.
—Tus acciones han sobrepasado los límites y estoy harto de que lo hagas, cachorra. Ven a la sala principal del harem —Gruño antes de dar media vuelta e irse.
La hembra se llevó la mano a los labios cerrando por un momento los ojos intentando regular su respiración.
—No… ¿Por qué siempre cedo cuando él me toca?
*
El Ala del Harén estaba iluminada con antorchas altas que proyectaban sombras sobre los muros de piedra. Las concubinas se alineaban en semicírculo, todas con sus velos color carmesí y las joyas tintineando en sus muñecas.
El murmullo se extendía como un veneno nadie sabía qué castigo había decidido el Alfa, pero tod