138. Loba Alfa
Eryx sintió cómo algo se desgarraba en su interior cuando el miedo de Lana lo atravesó como una lanza ardiente, aún no había completado el vínculo con su hembra pero podía sentirla. No era un miedo común, era terror puro.
El terror de una madre a la que le arrebatan a sus crías.
Un rugido brutal escapó de su garganta al darse cuenta de ello.
El enemigo frente a él dejó de ser relevante. Su lobo rugió desde lo más profundo de su pecho, empujando con una furia tan violenta que Eryx apenas logró mantenerse de pie un segundo más y no convertirse en lobo.
Sus colmillos se alargaron, las venas de su cuello se tensaron y la mirada se le volvió completamente negra.
Sus cachorros.
Alguien se los había llevado o Lana no se sentiría de esa manera.
Otro macho llegó para intentar herirlo y él lo tomó por el cuello y lo estrelló contra el suelo con tanta fuerza que la sangre salpicó su rostro, pero Eryx no la sintió.
No sentía nada más que la ausencia, la ausencia de su familia.
"¡Lana!", rugió