139. Violento
Lana corría en su forma de loba blanca, su respiración era acelerada no solo por la carrera, sino por el pánico que no desaparecería a menos que tuviera a sus cachorros en sus brazos a donde pertenecían, en su mente no había palabras humanas.
La loba interior hablaba por primera vez con claridad, una voz grave y aterciopelada que le ordenaba alineada con sus deseos.
"Mata a quien se interponga, protege a nuestros cachorros, no permitas que los toquen."
Delante de ella, una hembra avanzaba desesperadamente cargando un bulto envuelto en una manta oscura. Los gemidos débiles de sus cachorros llegaban hasta Lana como cuchillos a su corazón.
Eso la hizo acelerar el paso, sintiendo la ira recorrerla de la cabeza a los pies.
La hembra se detuvo al sentir la presencia detrás de ella. Giró la cabeza lentamente y sus ojos se dilataron por el pánico.
—Quédate donde estás, loba —gruñó mostrando los colmillos a pesar del miedo—. Un paso más y corto sus gargantas. ¿Me oyes? ¡Los mato aquí mismo!
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