61. No vas a salir

La habitación estaba en penumbras.

Lana abrió los ojos lentamente sintiendo que el calor del cuerpo de Eryx ya no estaba a su lado. La sábana desordenada aún conservaba su aroma salvaje, masculino, poderoso.

Pero de él no quedaba rastro.

Y el recuerdo de lo que había pasado la noche anterior ardía entre sus piernas como un tatuaje invisible que no quería llevar.

Durante toda la noche, le había hecho suya sin parar porque ninguno de los dos quería, sin embargo, ahora la vergüenza de haber despertado sola la llenó de conciencia.

El celo se había calmado por un rato, pero sabía que volvería.

La enfurecía que tuviera que necesitarlo.

Se sentó, apretando las sábanas contra su pecho.

La habitación seguía oliendo a sexo.

Y a él.

Se llevó las manos al rostro, aún ruborizada, pero no por pudor... sino por rabia.

Rabia contra sí misma por haber cedido.

Rabia contra Eryx por haberla poseído como si fuera suya.

Y rabia porque, aunque la dejó temblando... luego se fue.

"¿Fue a ver a Delia? Probabl
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