67. No vuelvas a huir de mí
—¡Mentira!
—¿Sí? ¿Entonces por qué estás jadeando, Lana?
Ella contuvo el aliento.
—¿Por qué tus pezones están duros?
Su pecho subía y bajaba. El calor la consumía.
—¿Por qué tus piernas tiemblan cuando te hablo así?
—¡Basta!
Él sonrió.
No con burla, sino con hambre.
—Hagamos una prueba y me iré.
Sorprendiéndola, la atacó. No con violencia, sino con la urgencia del lobo que lleva demasiado tiempo esperando.
Se lanzó sobre ella, atrapándole las muñecas, sujetándola contra el colchón. Su cuerpo cubrió el de ella por completo, obligándola a mirarlo.
La boca de Lana se abrió para protestar, pero sus labios se encontraron antes de que pudiera hablar.
Y en ese segundo, se acabó toda la resistencia.
El beso fue un puñetazo de deseo.
Sus labios la aplastaron, su lengua invadió su boca y Lana, lejos de empujarlo... gimió entregada.
Porque era eso lo que su cuerpo había estado pidiendo.
Eso que la hacía retorcerse, eso que la obligó a correr.
Su cuerpo se rindió antes que su men