69. Esto no se acabó
Lana se tensó.
Ya no fue el deseo del celo el que la golpeó, sino el suyo propio.
—Ya no estoy encerrada —respondió,
alzando el mentón para que él entendiera que no le temía aunque por dentro temblara.
Él se separó de la pared para enfrentarla y no dudó en caminar en su dirección.
—Eso no significa que puedas huir de mí, cachorra.
Ella retrocedió un paso.
No por miedo.
Sino por el calor, ese maldito calor que la invadía cada vez que él estaba cerca.
—¿Vas a volver a encerrarme?
Eryx sonrió.
No una sonrisa amable, sino una cargada de una amenaza sensual.
—Tal vez. Si sigues provocándome así.
—No te estoy provocando, apenas aparecí.
—Eso es lo único que tienes que hacer para provocarme, cachorra.
Y entonces, sin previo aviso la acorraló y su espalda chocó contra la piedra fría de la pared. Su cuerpo tembló, no de miedo, sino por el roce de su pecho contra el de él.
El fuego no desaparecía cuando estaba cerca de Eryx, por el contrario, parecía intensificarse más y lo peor es que ahora no