Elizabeth. -
Estaciono frente al centro y observo las letras de colores con el nombre “Los sueños se cumplen”.
Me siento tan orgullosa de saber que lo logré cuando me lo propuse, pensé que sería imposible, pero nunca me rendí y eso es mi mayor tesoro.
Cuando entro varios de mis niños me observan y salen corriendo a abrazarme.
— ¡Liz! –Gritan a coro, su abrazo me llena de fuerzas.
Me alegra verlos mis amores ¿Cómo se están portando?
— Si te dicen que bien te mienten –Sale del salón mi mejor amigo abanicándose el rostro. –¡No puedo más! estos niños son un terremoto, no, no un tsunami – me carcajeo de sus reclamos, enarco las cejas viendo a tres de mis pequeños poniendo sus caras de angelitos como si no supiera que derrumban un palacio entero si se les da la oportunidad.
— Creo que tendremos que hablar nuevamente, pero es hora de la merienda, así que se han salvado. Vayan— saludo con la mano a la madre superiora Lili es todo un ángel y la encargada del centro y de los niños.