Bastián. -
— ¿Bastián podemos hablar? – Joel entra a mi oficina con un gesto serio, algo muy raro en él ya que siempre carga una sonrisa siempre en el rostro.
— ¡Tío Joel! – Mila salta corriendo hacia él, Joel la recibe con los brazos abiertos con una gran sonrisa, pero la misma no llega a sus ojos.
— Hola pequeña. Oye le pedí al asistente de tu padre que fuera por unos helados ¿Por qué no vas y lo alcanzas y pides el más grande, mientras converso con tu papá? Yo invito esta vez.
— De acuerdo, solo no lo vayas a golpear – le exige con los brazos cruzados –. No creo que le quepa un moretón más en su rostro – comenta a modo de juego mirando en mi dirección, guiñándome el ojo –. Me voy, ven Zeus – le hace una seña al cachorro, que sin dudarlo salta de mi regazo hasta llegar a su lado para salir de mi oficina.
— Eres una mala influencia para Mila, hace los mismo chistes malos que tú – le digo poniendo mi atención de nuevo en los documentos esparcidos por mi escritorio – ¿qué puedo ha