Cap. 9: ¡Oye, tú! ¡Suelta a mi mami!
—¿Con qué derecho interrumpes? —la voz de Amelia retumbó en la sala, cargada de indignación—. ¡Voy a llamar a seguridad si no sales ahora mismo!
Lisandro cruzó la puerta con una calma fingida, como si todo estuviera bajo su control.
—Tranquila, Amelia. No vine a pelear. Vine a recuperar lo que es mío.
Iker, de pie junto a la mesa de cristal, lo miraba con atención. La mención lo hizo fruncir el ceño.
—¿“Lo tuyo”? —replicó con voz grave.
—Mi esposa —declaró Lisandro, con arrogancia.
La sorpresa cruzó el rostro de Iker; su mandíbula se tensó al instante. Amelia no le dio tiempo a nada.
—Exesposa —corrigió con veneno en cada sílaba.
Un silencio espeso se apoderó de la sala. Amelia respiró hondo, obligándose a recuperar la compostura. Tomó la carpeta con el contrato de Balmaceda y la sostuvo entre sus manos.
—Lisandro, esta reunión estaba destinada a sellar un acuerdo. Con Iker ya lo hemos discutido todo. No estoy aquí para escuchar nuevas propuestas.
Lisandro sonrió con ese brillo cínico