Capítulo 63-Lina

Busco el iPod de Lucas con los parlantes y explora un tema de... A ver, a ver, ¿quién será el ganador...? Y el ganador es... Korn, con su preciosa canción " Blind ", y como no puede ser de otra manera, será la primera versión, que es el metal más pesado y crudo; es el ganador.

— ¿Qué vas a hacer? —escucho que pregunta Lucas.

Lo miro y le guiño un ojo, mientras Alex niega con la cabeza, divertido.

Antes de conectar los parlantes al iPod subo todo el volumen de estos, luego pongo el tema en la parte del estribillo, pausándolo. Me acerco con cuidado al sofá-cama donde está yaciendo tiernamente el morocho, me coloco detrás de él, me descalzo, colocando el iPod al lado de mi pie, pongo los parlantes lo más cerca posible a su oído y con el dedo gordo del pie toco play en el iPod; Suena un fuerte grito proveniente de "Jonathan Davis", seguido por el grito de un Gabriel que salta del sofá y cae al suelo. Empecé a descotillarme de la risa, y los chicos desde la mesa también. Gaby, cuando se da cuenta de lo que estaba pasando, se levanta de un salto y me amenaza. No creo que se me haya ido la mano.

—Te voy a metro bajo el agua helada —dicho eso, se abalanza hacia mí. Salgo corriendo, obviamente. Me alcanza, ya que no hay mucho por donde correr, y empezamos a luchar; No de verdad, por supuesto. Llega a inmovilizarme en el suelo—. Quieta; Lucas te enseñó bien, pero no hay nadie como yo. —Se auto-ádula, típico de él.

—¡Suéltame, me la debías! —chillo todavía riendo, y el reír me hace no tener fuerzas.

—Como si la hubieran pasado mal; Pude ver a tu hombre ahí sentado mientras te corría. Ahora vas al agua helada —anuncia, y me alza colgándome de su hombro.

—¡Te vas a arrepentir! —le grito eufórico, ya un poco asustada, el agua helada no es buena.

Los otros dos, los que hace unos minutos dijeron que no iban a permitir que me dañen, esos llamados Lucas y Alex, ¿los recuerdan? Sí, los idiotas esos a los que llamé equivocadamente "titanes", ni se movieron; corrijo, se mueven solo para agarrarse el estómago de tanto reír.

—Buen día, chicos —saluda Gaby lo más tranquilo, pasando por su lado conmigo todavía en su hombro.

—Tranquilos, eh —les digo a los dos energúmenos, a los que se iban a arrancar el cuello por mí.

Antes de llegar a la puerta del baño, logro morderle la espalda muy fuerte, y con un grito me suelta y salgo disparada de ahí.

—Mierda, Lina; me las voy a cobrar todas juntas, vas a ver —me amenaza apuntándome con su dedo índice.

— ¿Qué pasa con tantos gritos? —demanda Sole, que se acerca a nosotros todavía media dormida.

—Los gemelos fantásticos están jugando —responde Lucas.

—Ya veo —acota, y luego se da cuenta que Alex estaba ahí también—. Hola Alex.

—Buen día, Sole.

—Y ¿Sí? — le pregunto a mi amiga.

—Sigue en la cama. Y bien, Alex, ¿ya viste cómo se comportan los niños? —dice la señora sarcástica.

—¿Siempre son así?

—Siempre —afirma, resignada, mientras se sienta a su lado, al tiempo que Gaby toma asiento frente a mí; Al otro lado de mi mejor amiga.

—Son dos criaturas —concuerda Lucas.

—Él —digo, señalando a Gaby.

—Ella —dice Gaby, señalándome al mismo tiempo, causado que todos los presentes se rían.

— ¿Lo ves? —exclama Lucas—. Ya, niños, coman —dice en tono burlón.

-¿Mamá? —habla Aye, media dormida desde la puerta de la habitación.

Me levanto a buscarla y la traigo hasta la mesa, sentándola en mi regazo, y le beso la coronilla de la cabeza.

— ¿Qué pasó? ¿Te despertaron los desprolijos estos? —le pregunto, peinándole el cabello con los dedos.

—No, fuiste tú —contesta, creo que un poco enojada.

—¿Yo? —repito, finciendo inocencia y haciendo caso omiso a las risas del nabo de Gaby.

—Sí, le gritaba al tío Gaby —contesta con el ceño fruncido.

Claro, ese es el problema; nadie «pero nadie, ni siquiera yo», puede hablarle un poco fuerte o tocar a su queridísimo "tío Gaby", y todo porque el tarambana se comporta como un chico con ella y hace las mismas cagadas que ella, siempre la defiende.

Al escuchar eso, Gaby pone cara de perrito abandonado y abre su maldita boca.

—Tu mamá me mordió la espalda, Aye —le cuenta con tono lastimero.

Mi hija abre sus hermosos ojos verdes limón, muy grandes.

—Ahí vamos —expresa Sole, suspirando conforme Alex observa con gracia y Lucas con adoración.

—Ma, ¿le hiciste eso al tío? —me interroga, frunciendo el ceño otra vez y arrugando la nariz.

— ¿Yooo? Jamás —le lanzó una mirada asesina a Gaby, como dicen en los libros.

Ella me mira, negando con la cabeza en forma de desaprobación, y después mira a Gaby con dulzura; se baja de mí, cuando me da la espalda aprovecho para lanzarle una cuchara al morocho, quien me miraba con autosuficiencia, mi hija camina hasta él estirando los brazos para que la sentara en su regazo.

—El tío necesita un apapacho —le dice la traidora, y lo abraza. Maldito manipulador.

—Un día no va a estar ella para defenderte de la madre —le informa Lucas.

—Ella siempre va a estar. ¿Verdad, mi amor? —Aye asiente en silencio con la cabeza.

Cuando se da vuelta, amo por primera vez a Alex. Lo examina con la mirada, entrecerrando los ojos, y luego le pregunta:

—¿Quién eres?

—Alex, ¿y tú, cómo te llamas?

—Ayelén. Hablas raro, como el novio de mi tía Sole —demanda, él se ríe y asiente.

—Sí, hablo igual que Erik.

—Erik es tu amigo, ¿no? —interroga. En eso se parece a mi madre, son dos cotillas.

—Sí, así es.

—¿Estás enfermo? —le cuestiona. ¿Por qué pregunta eso?

-No. ¿Por qué lo preguntas? —cuestiona confundida, al igual que todos en la mesa.

—Porque escuché a Erik decirle a mi tía Sole que te sentías mal, que no comías y esas cosas—comenta.

—Ayelen —dice la pelirroja, avergonzada.

—Está bien —le asegura Alex a Sole, y luego se dirige a Aye—. Sí, estaba mal; pero ahora ya estoy mejor.

—Bueno, Aye, basta de preguntas ya desayunar —intervengo, antes de que siga y nos prenda fuego a todos con lo que pueda salir de esa boca.

—¿Quieres cereales de chocolate? —le pregunta Gaby.

—Sip —responde sonriendo.

— ¿Qué van a hacer hoy? —pregunta Sole a nadie en especial.

—Yo voy a buscar lo que falta, y Gaby viene conmigo —contesta Lucas.

—Sí, señor —afirma el audido en modo militar.

—Nosotros vamos a lo de mi madre —informa Alex; Yo me había olvidado por completo de eso.

—Ah, ¿sí? — me pregunto con mis ojos casi saliendo de órbita.

—Sí, los tres —afirma, señalando también a Aye.

—Sí, señor —digo, imitando a Gaby.

Mentalmente elevo los hombros, yo solita me metí en esto, así que ahora "ajo y agua".

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