Al llegar al aeropuerto, lo único en lo que podía pensar, era en Lina dándome la espalada y yéndose sin siquiera voltear una vez para mirarme; Me paso las manos por el rostro, diciéndome a mí mismo que termina con la paranoia. Basta de torturarme con ella; Vuelvo a casa, vuelvo a mi vida, como tiene que ser.
Llegamos a Estados Unidos y, como Erik dijo, Ian estaba esperando por nosotros; vestía una camiseta negra y unos jeans oscuros, sigue con su fachada de chico malo.
—¡Ahí están Batman y Robín! —bromea, acercándose a nosotros.
—Ahí está Gatubela —le retruca Erik. La verdad, extrañaba sus peleas verbales.
—Cuidado que tengo las garras recién hechas —replica Ian.
— ¿Cómo está mamá? —pregunto, cambiando de tema antes de comenzar la pelea felina.
—Bien, los están esperando; me hizo tarta de manzana, así que muevan el culo que tengo hambre.
Mi madre siempre lo consciente, yo soy hijo único e Ian también; Además, él perdió a la suya cuando nació, la hermana de mi padre. Ian se crio prácticamente conmigo y mi madre, ya que su padre «al igual que el mío» viajaba mucho por trabajo; ella le dio todo lo que él quiso, y ya con treinta años todo sigue igual, nada cambió.
—A ti te hizo tarta de manzana, ¿ya nosotros no nos hizo brownies? —habla Erik, resignado.
—Qué puedo decir, soy el favorito de los tres —contesta mí primo, sonriendo con autosuficiencia.
—Tranquilo Erik, seguro que nos hicieron los brownies; sabes que nunca se olvida de ninguno —lo tranquilizo.
A Ian le encanta molestarlo con eso; a pesar de que Erik tiene a sus dos padres, él se siente bien cuando estamos los tres juntos y somos consentidos por mi madre. Se siente de la familia. Es de la familia.
Al fin llegué a mi apartamento; Después de pasar por la casa de mi madre y llenar su curioso cuestionario, como es habitual en ella cada vez que viajo, puedo llegar a mi espacio personal. En fin; Después de una ducha placentera estoy en la cama, en mi cama y, ¿adivinen qué? De nuevo estoy pensando en ella, en Lina, al igual que me pasó en casa de mi madre cuando me preguntó qué me pasaba que estaba raro; Obviamente que le contesté que nada, pero ella siempre tuvo un sexto sentido conmigo y, por lo que dijo, creo que hoy apareció un séptimo sentido.
~•~
—Cariño, si esa chica es la indicada y se pertenece, la vida los volverá a cruzar. —Yo me tomé un momento para procesar sus palabras; Todavía no había dicho que lo que me pasaba era una mujer.
—La dejé ir, no tuve el valor, no hice nada —confesé; La verdad es que no tenía ningún sentido negarárselo a ella, siempre sabe lo que pasa.
—Le pediste que se quedará contigo y no lo hizo?
—No podía; tiene una hija de la cual ocuparse, pero...
—¿Le pediste ir con ella? —preguntó, como sabiendo que tenía más de una salida ese día.
—Me pidió que vaya con ella —admití.
—Oh— exclamó y se tapó la boca con la mano, intuyendo lo que respondí, ya que estoy aquí.
—No supe qué contestar, qué hacer; solo me paralicé, mientras ella esperaba una respuesta... No pude hacer nada —resigné suspirando.
—Solo hay dos días en el año en los que no se puede hacer nada; uno se llama ayer, y el otro mañana...—citó ella, y yo complete.
—Por lo tanto, hoy es el día ideal para amar, creer, hacer y, principal-mente, vivir... "Dalai Lama" —susurré.
—Sí, hijo; Solo tómate un tiempo para pensar qué es lo que en verdad quieres. Hazte su pregunta una y otra vez, hasta que tengas la respuesta —diciendo esto me besó en la mejilla, y se giró para irse.
—Y cuando tenga la respuesta, ¿qué se supone que debo hacer? —pregunté, tratando de pararla.
—Teniendo la respuesta a su pregunta, tendrás la respuesta a tu pregunta —dicho eso se fue; Me dejó mirando su espalda, más confundido de lo que llegué. Gracias, madre.
~•~
¿Él timbre a esta hora? Solo puede ser una persona, o dos, y no quiero abrirles; No pienso abrirlos. M****a, me olvidé que Erik tiene la llave de repuesto.
—¡Si te estás masturbando, es mejor que lo dejes en este preciso momento, porque vamos a entrar! —grita Ian desde afuera de mi habitación; Voy a tener que sacar esa maldita llave a Erik.
—¡Váyanse, o los dos van a tener un accidente contra mis puños! —les grito; para nada, porque ya estaban entrando.
—Tranquilo badboy, vengo a tomar unas cervezas contigo —dice, entrando con las manos levantadas, mostrando las cervezas.
—¿Por qué no toman ustedes dos juntos, y me dejan descansar en paz?
—No es divertido; ya sabes cómo se pone tu primo de cariñoso cuando toma, se vuelve pervertido —declara Erik.
—Dios, la relación de amor-odio de ustedes ya me tiene cansado.
—Sabes que sin nosotros no podrías vivir; ahora, levanta tu trasero de esa cama y vámonos —exclama Ian, y yo comienzo a reír. Ellos me miran, atónitos por mi reacción.
—¿De qué carajos te estás riendo? —pregunta.
—Me acordé de algo, nada más —contesto, ya solo sonriendo.
—Y de qué, ¿si se puede saber? Digo, así nos reímos todos —sigue preguntando.
—De nada, dame una cerveza —demando sentándome en la cama.
—Es mejor que hables, si no quieres las cervezas derramadas en tus lindas sábanas de seda —amenaza.
—Tu expresión, ¿vale? Solo eso —contesto.
— ¿Qué expresión? ¿Qué dije? —pregunta sin entender.
—Nada; dijiste trasero y me acordé de algo, solo eso... Ahora, dame mi cerveza.
—Ya entiendo —murmura Erik. Él sabe bien a qué me refería, sabe que me acordé de Lina, otra vez; mar maldito.
—Lo que sea, pero no te doy nada —asevera Ian.
—¿Por qué no? —pregunta.
—Porque cambié de opinión, vamos a tomar afuera —demanda.
—Nada de eso, quiero la comodidad de mi casa —replico.
—No, primo; la comodidad de tu casa la tendrás mañana, hoy no.
—No quiero, en serio; recién llegado, maldita sea —hablo indignado.
—Vamos, Alex, la pasaremos mejor en un bar —esboza Erik.
—No a un bar cualquiera, vamos a lo de Billie, él mejor bar —declara Ian.
—Como sea, da igual, vamos —suelto, resignado.