Al llegar al aeropuerto, lo único en lo que podía pensar, era en Lina dándome la espalada y yéndose sin siquiera voltear una vez para mirarme; Me paso las manos por el rostro, diciéndome a mí mismo que termina con la paranoia. Basta de torturarme con ella; Vuelvo a casa, vuelvo a mi vida, como tiene que ser.
Llegamos a Estados Unidos y, como Erik dijo, Ian estaba esperando por nosotros; vestía una camiseta negra y unos jeans oscuros, sigue con su fachada de chico malo.
—¡Ahí están Batman y Robín! —bromea, acercándose a nosotros.
—Ahí está Gatubela —le retruca Erik. La verdad, extrañaba sus peleas verbales.
—Cuidado que tengo las garras recién hechas —replica Ian.
— ¿Cómo está mamá? —pregunto, cambiando de tema antes de comenzar la pelea felina.
—Bien, los están esperando; me hizo tarta de manzana, así que muevan el culo que tengo hambre.
Mi madre siempre lo consciente, yo soy hijo único e Ian también; Además, él perdió a la suya cuando nació, la hermana de mi padre. Ian se crio prácti