—¿Qué haces? —pregunta asombrada. Ya se encontraba a medio desvestir, su torso desnudo, y qué borrar para mis ojos.
—Voy a ayudar con la tensión —repito sus palabras y le sonrío.
—¿Y cómo es eso?— sigue el juego cruzándose de brazos.
—Ya verás —dicho esto, me acerco y paso mi lengua por sus labios, provocando que jadee.
Comenzo a besarle el cuello, pasando también mi lengua. Con unas de mis manos empiezo a bajar desde su pecho hacia el cinturón del pantalón, una vez allí bordeo la cinturilla, provocando en él ese gruñido que sale de lo profundo de su garganta y que me fascina. Con un movimiento certero desabrocho su pantalón y aventuro mi mano dentro de estos. Siento como su respiración se vuelve más forzosa y observa como cierra los ojos. Tomo su erección con mis manos, voy de arriba abajo, frotándosela fuerte; Puedo sentir cómo jadea mi nombre y me toma con fuerza de las muñecas.
—Para, ángel... Por favor, para —murmura.
—Eso no va a pasar.
Desconcertándolo, bajo, poniéndome de rodi