Capítulo 117-Lina

Otra vez perdí la conciencia, siento por mi nuca y espalda correr el sudor frío; me despierto tosiendo y con arcadas, observa la habitación y veo que estoy sola. Tengo mucho frío, mi cuerpo tiembla por la baja temperatura y el agotamiento. Me siento totalmente agotada, sin fuerzas, y sé a la perfección que esto no termina acá; no entiendo por qué m****a mi cuerpo no se rinde y termina de una vez con esta tortura, y paso a mejor vida.

—Estás hecha un desastre —suelta Dany en cuanto cruza la puerta—. ¿Vale la pena pasar por esto? Digo... ¿No es más fácil que vengas a mi lado, como antes? —Lo miro y me doy cuenta de que, en toda la tortura, él no me tocó; Mandó al otro hombre que lo hiciera, él ni siquiera se quedó a mirar.

—Parece que perdiste el toque —le digo, provocándolo.

—¿De qué hablas? —pregunta confundida.

—Ahora manda a un inútil a torturar por ti —Solo me mira—. ¿Ya no tienes sangre para esto? ¿O te sacaron el coraje el día que se hicieron con tu culo en la cárcel? —Comienza a respirar fuerte y las fosas nasales se le inflan—. Dicen que en la cárcel, a los nuevos, les dan una bienvenida bastante part... —Me calla de un puñetazo en la barbilla, que me dio vuelta la cara, si no estuviera atada hubiera caído de bruces.

Me giro a mirarlo y le sonrío con toda la arrogancia que me caracteriza, él me mira con rabia por una fracción de segundo, para sonreír después, y sé que detrás de esa sonrisa no hay nada bueno.

—Si lo que quieres es que te toque yo —Ladea la cabeza—, solo tienes que decírmelo —dice, pasando su dedo índice por mi clavícula y bajando por entre medio de mis pechos.

—Me das asco.

—Antes no decías lo mismo —entona sonriendo, y acaricia con su pulgar mi labio inferior.

—Antes era una estúpida de quince años, no sabía lo que hacía —retruco entre dientes.

—Yo creo —Se queda haciendo como que piensa—... que sabías muy bien lo que hacías —esboza como si estuviera recordando, luego me besa con fuerza, irrumpe en mi boca con su lengua sin piedad, mientras yo me estoy aguantando las ganas de vomitar—. Siempre estuve loco por tus labios —susurra, rozándolos con los suyos; No pude con mi genio y lo terminé escupiendo.

Se limpia con el torso de la mano, para luego darme una cachetada. Lo veo que se gira con rumbo a la puerta, sé que su intención es irse y dejarme en manos del otro idiota otra vez. Comenzo a reírme con todas mis fuerzas, entonces se da vuelta, confundido, y con paso lento se acerca a mí de nuevo.

—¿De qué carajo te ríes? —brama enojada.

—De ti —respondo, sin dejar de reír.

—¿Por qué? —gruñe, todavía con más rabia.

—Porque mandas a tu mucama a hacer el trabajo sucio. ¿Ya no sabes cómo hacerlo? —Soy consciente de que lo estoy provocando, pero también soy consciente de que él terminaría más rápido con mi tortura; mi cuerpo ya no resiste y esta es la única forma que encuentro para terminar con esto, y Dany nunca se acercaría a mi hija.

—Sal —le ladra al otro hombre, el cual se fue sin chistar—. Vas a arrepentirte —sisea entre dientes. Toma unas pinzas de la bandeja donde se encontraba el bisturí, y me coloca una en cada dedo gordo del pie, engancha unos cables, los cuales estaban conectados a una máquina de voltaje. Ya sé cómo sigue esto, he hecho esta idiotez miles de veces, a miles de malnacidos—. Recuerdas este jueguito, ¿verdad? —Prende la máquina y siento fuego en mí interior; la electricidad recorre todo mi cuerpo, haciendo que convulsione como si fuese epiléptica. Lo corta, pero mi cuerpo sigue en shock por unos segundos más—. ¿Todavía tienes ganas de decir estupideces? Te hubieras quedado con mi "mucama" —Se regodea con la maldita tortura; No me importa, esto va a acabar pronto.

Vuelve a prender la máquina, esta vez un punto más fuerte; el fuego en mi interior se hace insoportable, de los saltos que da mi cuerpo, golpeo la cabeza con el camastro, muerdo mi lengua y el interior de mi mejilla, haciéndolas sangrar; Ni siquiera me puso algo en la boca, para que eso no sucediera. Lo está haciendo lo más crudo que puede. Lo corta y vuelve a prenderlo en cuanto mi cuerpo recupera estabilidad. Vuelvo a convulsionar ya sacudirme por la electricidad que emana la máquina; Sé que mis dedos ya deben estar negros, lo sé, ya no los siento ni siquiera. Despojo mi mente de esta habitación, de este lugar, de esta tortura, y me encuentro con el rostro de Alex, sus ojos como el cielo, su pelo como el sol, su piel como la miel, sus caricias suaves y firmes al mismo tiempo... solo lo veo a él; lo busco, lo abrazo, me enredo entre sus brazos y me refugio en mi hombre hasta que todo termine, hasta que de alguna manera sea libre de esta tortura. Le digo que lo siento, que lo extraño, que lo necesito, que lo amo.

Suelto un grito ahogado al sentir que subió el grado de la electricidad, volviéndome a la realidad; Pongo todas mis fuerzas para irme de nuevo con Alex, pero unos ruidos estruendosos provenientes de afuera de la habitación hacen que preste atención, así como hacen que Dany corte la máquina y me mire intrigado. Escuchamos otra vez los ruidos, y logro descifrar que son dispararos.

—La puta madre —sisea, y sale como una luz de la habitación.

—Alex... —alcanzo a decir, antes que todo queda en absoluta oscuridad.

 

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