Siento que me ahogo, empiezo a toser y escupir agua, siento algo pesado en mi boca y otra vez como me inunda el líquido; me ahogo, toso y escupo agua. Me arden los pulmones, mi garganta está irritada y todo mi cuerpo me quema; es como si tuviese millas de agujas prendidas fuego, clavadas por todas las partes de mi cuerpo. Vuelvo a sentir que me ahogo y me vomito encima.
—¡Ya despertó! —Escucho la voz de un hombre como si fuese un eco.
Entorno los ojos para distinguir lo que pasa a mi alrededor, y veo al idiota que estuvo cortando mi cuerpo, con una cubeta en la mano; más allá diviso a Dany, quien se está acercando a nosotros, y me doy cuenta que lo que me pesa en la boca es una toalla mojada, que él retira antes de comenzar a hablar.
—Apuesto a que todavía recuerdas cómo eran nuestras sesiones de torturas —suelta con sorna. Intento hablar, intento decirle todo un glosario de puteadas que tengo para él, pero me es imposible articular palabra; mi garganta está adolorida, y la siento inflamada—. Bueno, Lilith, voy a aprovechar que no puedes hablar, para hacerlo yo —Me mira y espera para confirmar que no puedo decir una sola palabra—. La situación es esta: como puedes ver, ya no estoy solo en esto —Señala con desdén al hombre que estuvo torturándome—; no quiero lastimarte, Lilith, yo te amo, nunca dejé de amarte... Como te dije en nuestro primer encuentro, te perdono que hayas estado con ese gringo, y también que no me hayas contado que teníamos una hija —Tengo muchas ganas de gritarle, no quiero que la nombre, y menos que diga que es su hija; ella es mía, no de él, no quiero que tenga nada que ver con él—. Lo decía en serio, quiero que estemos juntos los tres, que formemos una familia; sabes muy bien que no va a faltarles nada a ninguna de las dos... Pero si no accede por las buenas a que seamos una familia, lo harás por las malas —Cierro los ojos, no quiero seguir escuchándolo—. No me gusta verte así, no me gusta verte atada e indefensa... mucho menos, lastimada. Sé que todas esas cortadas que te produjo mi colega duelen, y mucho, pero de una manera u otra tengo que recuperarte —Deja salir un suspiro—. Solo espero que entiendas que todo esto lo hago por nosotros, y espero que dejes tu rebeldía, esa que me enamoró desde la vez en que me ayudaste con el idiota de la escuela; Desde ese día sabía que eras diferentes, y no estoy dispuesto a perderte de nuevo; mucho menos, a perder a mi hija, con la que tuve el agrado de compartir unos días maravillosos, por cierto —La bilis me está subiendo y tengo muchas ganas de vomitar de nuevo; en cuanto tenga la oportunidad, voy a matarlo—. En resumen: si te portas bien, te suelto y se termina la tortura; si te portas mal... bueno, si es así, esto va a seguir; sabes cómo son las reglas, y cómo hago las cosas, queda en ti qué camino tomar. De todas formas vas a ser mía, por las buenas o por las malas; da igual el camino que eliges —Me mira y sonríe—. ¿Qué camino eliges? —pregunta cruzándose de brazos; sabe mi respuesta, y le está divirtiendo el estúpido discurso que dio—. Lina, estoy esperando—me advierte.
—Nunca... vas a... tener a mí... hija —digo, haciendo una fuerza descomunal con mi garganta.
—A veces no es buena tanta rebeldía, mi amor —Se acerca a mi oído—. Recuerda que te amo, siempre te amé, y siempre te amaré —susurra. No me gustaron nada esas palabras; Va a torturarme hasta matarme. Mis lágrimas empiezan a caer de nuevo—. Shuu... Shuu... No llores, se trata de aprender.
Se incorpora y le hace una señal al otro hombre, este asiente y Dany sale de la habitación, dejándome sola otra vez con este hijo de puta.
—Al fin solos —exclama, y se me acerca rozando mi cara—, otra vez —murmura. En cuanto termina de hablar pone la toalla en mi boca de nuevo, con fuerza exagerada. Empiezo a moverme para donde puedo, o mejor dicho, para donde me deja espacio, ya que estoy atada; con la mano que tiene libre agarra la cubeta, tirándome el agua en mi rostro y haciendo que me ahogue. Toso y escupo agua, de nuevo, y lo hace una vez más—. ¿Ya bajó tu rebeldía? —pregunta con supremacía.
—Te voy a hacer una pregunta parecida cuando te ponga las pelotas en la garganta —le digo cuando saca la toalla de mi boca para que le contestara, lo que hago todavía escupiendo y vomitando agua.
Vuelve a colocar la toalla en mi boca y me echa agua; esta vez me echa por más tiempo, y tapa mi nariz también. Convulsiono y trato de aislar mi mente de mi cuerpo, de lo que me está pasando; trato de llegar a mi hija, a Alex, a Sole, a Gaby... Recuerdo a Lucas; como me hace falta en estos momentos, él siempre sabía qué decir y cuándo decirlo, siempre sabía qué hacer. Cómo lo necesito. Necesito a Alex, necesito verlo y pedirle perdón por mi terquedad, por tratarlo mal con algo que quizás para él es importante y yo me comporté como una idiota insensible. Cómo lo necesito. Cierro mis ojos, sigo convulsionando; cada vez mantiene más tiempo el agua cayendo, cada vez se me hace más difícil mantener la respiración. Pero no me rindo, ni me entrego; solo pienso en Alex, en todo lo que voy a decirle cuando salga de aquí. Voy a casarme con él, voy a pedirle perdón de cien maneras diferentes, a decirle y demostrarle cuánto lo amo, voy a asegurarle que nadie jamás estuvo a su altura, ni estará nunca, que mi vida empezó cuando lo conocí, y va a terminar cuando él me deje, cuando él decida y me diga que ya no me ama más. Pero no voy a pensar en eso, solo voy a pensar en nuestros encuentros, en nuestros días juntos, en las veces que hicimos el amor, las veces que peleaba con él sin conocerlo en verdad. Estoy segura que acá termina todo, nadie sabe dónde estoy, nadie va a venir a rescatarme; solo me queda rogar que esto termine pronto y dejar de sufrir esta m****a de tortura.