Me dirijo a la oficina y me acomodo en el sofá color ciruela, con la cabeza en el apoyabrazo; Cierro los ojos y escucho la tranquilidad que inunda mi oficina. Esto es lo que necesitaba. Poco después, escucho un golpe a lo lejos, me muevo un poco, y luego vuelvo a escuchar otro golpe más cerca.
—Mierda, me dormí —mascullo saltando del sofá, y camino hacia la puerta.
—¿Estabas durmiendo? —pregunta Alex, asombrada.
—Sí, me dormí en el sofá —Hago puchero y él lo toma con su boca.
—Este labio es muy apetecible —expresa manteniéndolo entre sus dientes.
— ¿Qué haces aquí? —pregunto, al darme cuenta que debería estar en su oficina a medio hacer.
—Dijimos que almorzaríamos juntos —responde, y ríe al ver mi cara de desconcierto—. Lina, ya es mediodía.
—Mierda, no pude haber dormido tanto.
—Lo necesitabas —Toma mi cintura con un brazo, acercándome a su cuerpo, y la otra mano la pone en mi nuca, inmovilizándome —; y esto también necesitas —habla sobre mi boca, para luego atraparla y succionarla con la suya.
Paso mis brazos por su cuello, encarcelándolo.
—Creo que empezaron por el postre —Una voz masculina se hace escuchar a nuestra espalda.
—Vete, déjame volverme diabético —responde Alex sin dejar de besarme.
—Lo lamento, pero tengo hambre —exclama Erik.
Pasa por nuestro lado con dirección a la mesa que hay la parte izquierda de la oficina. Alex refunfuña, me toma de la mano y nos dirige hacia donde se sentó su amigo.
—Y ¿Suela? —pregunto cuando observa que no estaba con él, lo único que había con Erik eran vasos y bebidas.
—Se fue con el ayudante de Tony a buscar a Aye a la escuela —contesta, mientras acomoda los vasos. M****a.
—Creo que dormí más de la cuenta.
En ese momento suena el celular de Alex, él mira la pantalla y veo como frunce el ceño. No creo que sea una llamada de su agrado.
-¿Si? —atiende, y mantiene el silencio por unos segundos—. No pueden hacer las cosas por su cuenta... Que se joda O'Neill, no puedo salir corriendo cada vez que se le antoja un juguete nuevo —Alex habla cada vez más enojado, y creo que estoy entendiendo su frustración—. Bien, voy a ver si puedo aparecer —Cuelga, tirando el celular en medio de la mesa.
—¿Qué pasó?
—Nada —declara con gesto renuente.
—No me digas nada, Alex; habla.
—Quieren que vaya a Estados Unidos; un pendejo que no sabe en qué gastar el dinero de papi, quiere hacer remodelar su jet —demanda, molesto.
—Y para qué te quieres ahí?
—Porque quiere que yo lo supervise y me encargue personalmente, tal cual lo hice la primera vez.
Se levanta para mirar por la ventana. Tiene la mandíbula endurecida y apretada; Estoy seguro de cuál es su pelea interna, pero también sé lo que tiene que hacer.
—¿Y cuándo tienes que viajar? —pregunta.
—No voy a ir —afirma, dándose vuelta para mirarme.
—Es tu trabajo, Alex, tienes que ir.
—No voy a dejarte sola, así que no voy a ir.
—Alex, no mares chiquilín; Yo no voy a estar sola. Están Erik, Sole, Gaby, hasta Ian; Puedes ir tranquilamente.
—Lina... —empieza, pero no lo dejo continuar.
—Ya hable; vas a ir ya hacer lo que tengas que hacer, o no hay sexo por dos meses.
Lo amenazo con intención de que haga su trabajo; no puede estar detrás de mí en todo momento. Puedo escuchar como Erik ahoga una risa.
—¿En serio vas a hacer eso? —pregunta con incredulidad.
—Por supuesto que sí —afirmo.
—No vas a hacer eso, lo necesitas tanto como yo —aseguró convencido.
—Ponme a prueba, Betanckurt —Lo desafío, y nos batimos a duelo con la mirada por un minuto.
—Bien, iré —dice largando un suspiro—; pero quiero que tanto Erik como Ian estén contigo, y busca a Gaby para que se quede en casa —ordena.
—Sí, por Dios.
—Va a ser más fácil si la haces un ovillo y las medidas en la maleta —se mofa Erik por las estrictas demandas.
—Eso ya lo pensé... Solo quiero que la cuides, Erik.
—Por supuesto, no le voy a sacar el ojo de encima.
—Pueden dejar de hablar de mí como si no estuviera —me quejo.
—¡Buenas! —saluda eufórica Sole, entrando en la oficina.
—¡Mami! —grita Aye, saliendo de detrás de ella.
Luego de almorzar cada uno retomó sus labores, ya mí me quedó un gusto amargo en la boca por la noticia de Alex; Me explicó que va a tener que estar afuera por más o menos tres semanas, no pensé que fuese tanto tiempo, pero no me quedó otra que asentir, yo lo había obligado y amenazado para que vaya y no podía retractarme. Prometió hacer lo posible para acortar ese lapso, pero no me hago ilusiones, no sabemos lo que va a pasar. Todos estamos todavía con miedo por Dany, aunque ya pasaron más de dos semanas y no sabemos nada de él; con Ian cerca y Gaby de nuevo en sus cabales, sé que lo van a encontrar más rápido. Eso espero. Ya que quiero que podamos retomar nuestras vidas.
—Lina, ¿podrías apurarte?
Gaby entra a la oficina, haciendo que salte en mi silla del susto.
—Mierda, me asustaste. ¿Qué pasa? —pregunto tomando el control de mi respiración.
—Ya son las cinco de la tarde, tenemos que ir a entrenar.
Hace como un mes que no voy a entrenar, y no recuerdo haberle dicho que iba a retomar las clases de nuevo.
—¿De qué hablas?
—No me vengas con eso; levanta el culo de esa silla y vamos. Hace mucho que no vas a los entrenamientos.
—De verdad extrañas que te golpee, ¿no?
—Eso nunca pasó; pero si levantas el culo y te mueves, vemos quién golpea a quién —contraataca con media sonrisa.
—Bien, voy a buscar la ropa, y vas a ver cómo te borro esa estúpida sonrisa de la cara.
Camino hacia el pequeño closet que tengo en la oficina con ropa de emergencia para buscar el atuendo adecuado.
—Te cambias allá, vamos —ordena, cuando nota que iba al baño a cambiarme, por lo que no me queda otra que juntar la ropa en una bolsa de madera revestida y caminar tras él.
Al llegar al gimnasio, me sentí un poco fuera de lugar, pero al ver gente conocida que se acercaron a saludar, pude volver a sentir el mismo ánimo que antes. Pasó casi un mes, si no era más, y el lugar seguía igual; sus bolsas de arena a un lado, el ring en medio, colchonetas para las peleas en otro lado, las máquinas al fondo y esa música urbana a todo volumen que no puede faltar.
—¡¡Lina!! —grita uno de los entrenadores que caminaba hacia nosotros—. Nos tenías abandonados.
—Solo me tomé un descanso —digo con una sonrisa conforme él me depositaba un beso en la mejilla.
—Es mejor que vengas con las energías renovadas —entona, y fija su mirada a Gaby—. Nene, ¿hoy vas a hacer de bolsa de arena de nuevo?
—Solo la hago sentir bien —bromea con su media sonrisa de complicidad.
—Bien, vayan a calentar y los espero en el ring.