Capitulo 52

Nikolai Malishev

—Dime que sigues siendo mía.

Ella arquea la espalda, su aliento se corta, pero aún no me da la satisfacción de decirlo.

Sonrío contra su piel.

—Entonces tendré que recordártelo.

Aria sigue tumbada en la cama, su pecho subiendo y bajando con fuerza, su mirada atrapada en la mía. Es un desafío silencioso, uno que he esperado toda mi vida ganar.

Me desabrocho los puños de la camisa y me la quito con calma, dejándola caer al suelo. No me apresuro, quiero que sienta cada segundo.

—No has dicho nada —mi voz es baja, grave.

Ella traga saliva, sus labios entreabiertos.

—¿Qué quieres que diga?

Camino lento hacia la cama y apoyo una rodilla en el colchón, inclinándome sobre ella.

—Que sigues siendo mía.

Aria frunce el ceño, pero su respiración la traiciona. Lo sabe. Lo siente.

Deslizo mi mano por su pierna, recorriendo la piel expuesta hasta su muslo, lento, medido, como una marca silenciosa.

—No necesito decirlo —susurra, desafiante—. Lo sabes.

Sonrío.

Me inclino, atrapándola
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