ARIA HATZIS
Mis ojos se fijaron en los de Nikolai, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza en mi pecho, más rápido que nunca. Sus palabras, tan sinceras y claras, me dejaron sin aliento.
No había dudas en su voz, ni titubeos. Quería que fuera su novia, me lo había pedido de una forma que nunca esperé.
El tiempo pareció detenerse por un segundo, mientras procesaba lo que acababa de decir. La sensación de sus palabras flotaba en el aire, y algo dentro de mí se liberó, como si una pared que había estado construyendo sin darme cuenta se desmoronara de golpe. Por primera vez, me sentí verdaderamente vista, no solo por lo que parecía ser, sino por lo que había en mi interior.
Una sonrisa involuntaria apareció en mis labios, y, sin pensarlo demasiado, la voz salió de mis labios casi como un susurro.
—Sí —respondí, con una certeza que me sorprendió incluso a mí misma. — Sí, quiero ser tu novia, Nikolai.
Las palabras se sintieron como una promesa, algo mucho más grande de