Las luces de la casa estaban todas encendidas. Everly podía sentir cómo su vientre se contraía por la antelación de lo que pudiera pasar esa noche. No era una jovencita a quien le iban a desvirgar, era una mujer que estuvo casada y quien desgraciadamente conoció el lado oscuro del sexo. Uno que no era consensuado, uno que era agresivo y violento.
Poco hablaron del tema de Camila; Eirikr le había contado con anterioridad cómo ella lo acosaba y aseguraba una relación que no existía, salvo en la cabeza de ella. Incluso por curiosidad, y dado que él le mostró los mensajes, pudo leer el chat completo entre los dos, lo cual no hizo más que respaldar la información que antes Eirikr le había proporcionado.
Eirikr sostuvo su mano durante todo el trayecto a casa, y en cuanto llegaron bajó del coche para abrir la puerta para ella. Sin embargo, una vez puesto un pie fuera del auto, tenía un séquito de mafiosos rodeándolos.
—Dannazione! Vai a casa, non voglio nessuno qui stasera. Vattene, adesso!