꧁ VALENTINA ꧂
No pensé. No razoné. Solo sentí. Sentí que el aire se me acababa cuando lo vi sobre la cama.
No rompí el vestido solo por rabia.
Lo rompí porque era lo único que todavía podía destruir sin que me destruyera a mí.
El blanco me insultó.
La perfección me escupió en la cara.
Ese vestido no entendía que yo ya no era una mujer completa. Que me habían vaciado. Que me habían quitado algo que era mío y que nadie me iba a devolver.
Mi hijo.
Lo quise.
Lo quise de verdad.
Lo quise porque, por primera vez, algo me pertenecía sin condiciones. Algo no podía irse. Algo no podía traicionarme. Algo no podía elegir a otra.
Cuando lo perdí, sentí que el mundo me estaba diciendo lo que siempre había temido: que todo lo que amo se va.
Y entonces Alejandro apareció.
Eso fue lo único que me importó.
No me importó el dolor.
No importó el desastre a mi alrededor.
Él estaba allí.
Cuando me sostuvo, cuando me pidió que respirara, cuando me dijo que me calmara, sentí algo torcido y poderoso abrirse