Analisse
Estaba nerviosa, cuando bajé del auto que Leonard había mandado por mí, sentí que todos los ojos se posaban en mí… o al menos así lo sentí. Según él, ahora tendría mi propio chofer para venir al trabajo, pero a mí eso no me emocionaba, al contrario, me daba una vergüenza horrible. ¿Qué iban a pensar de mí? ¿Qué dirían al verme con este vientre abultado?
No debería sentirme así, lo sé. Pero aún así… solo espero que nadie sospeche que este hijo que llevo es del CEO. Si se enteran, las críticas no se harán esperar. Al menos con esta ropa se disimula un poco. No me veo tan embarazada, solo como si hubiera subido de peso.
Subí al elevador y solté una exhalación larga, tratando de calmarme. Llené mis pulmones de aire y lo solté justo cuando la puerta se abrió en el piso diez. Caminé con pasos firmes —o intentándolo— hasta el mostrador donde se entregan las tarjetas de acceso.
—Buenos días.
—Buenos días —respondió la chica al otro lado. No era la misma de hace unos meses. Seguro ya