Leonard
Nos encontramos en el hotel Kenda, la vista al mar es simplemente perfecta. La brisa cálida de la noche acaricia el balcón mientras nosotros, dentro de la salon privado de la suite, permanecemos abrazados. Sus brazos rodean mi cuello y mis manos acarician suavemente su espalda desnuda. Nuestros cuerpos se buscan, se rozan, se miman como si el tiempo no existiera, como si el universo se hubiese detenido solo para nosotros.
Miro el anillo en su mano, y mi corazón late con fuerza. Me siento el hombre más dichoso del mundo. No puedo evitar pensar en lo acertado que fue aceptar la locura de mi primo Vicenzo. Fue él quien me empujó a buscar una madre en alquiler. Nunca imaginé que aquella decisión me llevaría directo a ella… a la mujer de mis sueños. Esa mujer que hoy está aquí, conmigo, dándome más de lo que jamás hubiera pedido. Ella es mi fortaleza cuando tambaleo, es mi paz cuando el caos me invade. La miro, la deseo, la amo.
Mis labios buscan su piel mientras mis manos exploran