La gerente de RRHH lo condujo personalmente, como si llevara un tesoro oculto. Raven avanzaba con el corazón latiendo a mil, sudor perlándole las palmas aunque intentaba mantener la compostura. La noticia de su nuevo contrato aún le parecía un sueño: aumento de sueldo, horarios flexibles, posibilidad de viajar al extranjero con todos los gastos cubiertos, incluso préstamos personales respaldados por la empresa. Aquello era más de lo que jamás imaginó.
—Aquí está —anunció la gerente con una sonrisa, abriendo la puerta de la sala de juntas.
El aire se volvió denso al instante.
Raven entró y lo vio. Esa mirada fría, oscura, imposible de olvidar. Los labios de Maelik se torcieron apenas en una mueca, sus cejas se fruncieron como si el universo le jugara una broma pesada.
El mundo de Raven se tambaleó. Se detuvo en seco, sus piernas temblaron bajo el pantalón perfectamente planchado. El sudor se deslizó por sus manos y el corazón le golpeó el pecho como un tambor desbocado.
La gerente, ign