El beta salió como un rayo, casi chocando conmigo en el marco de la puerta. Lo vi escabullirse, la camisa arrugada y los labios húmedos, como si acabara de despertarse en el maldito baño de la empresa.Raro. Muy raro.—¿Qué fue eso? —preguntó Zacary, apareciendo con su andar ligero, los ojos violetas brillando de curiosidad.Me quedé un segundo en silencio, mirando la puerta que aún se balanceaba. Ese lunar en el cuello… había algo en Raven Lockridge que no cuadraba. Un beta torpe, sí, pero… demasiado evasivo.—Investígalo —ordené, mi voz tan firme que Zacary enderezó la espalda al instante.Él asintió con una sonrisa oblicua, como si saboreara la idea. Yo entré, me lavé las manos despacio, observando mi reflejo en el espejo. El agua fría no me despejó lo suficiente. Ese muchacho se había quedado grabado en mi mente de manera incómoda. Y yo detesto lo incómodo.Subí a mi despacho. Apenas me senté, Zacary ya estaba allí, inclinándose a buscar “documentos” en el mueble bajo mi escritori
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