C112: Sigo siendo débil.
Sintió que el estómago se le revolvía, como si una presión invisible le apretara las entrañas. Empezó a tener arcadas, una tras otra, intentando sofocar el impulso de vomitar. Se cubrió la boca, apretando los dientes, tratando de contenerse. No era debilidad, no era compasión por el enemigo: era trauma, puro y vívido, despertando con una fuerza tan intensa que casi la derriba. El olor, el ambiente cerrado, los gruñidos… Todo era un eco del pasado que la había marcado con cicatrices invisibles.
Desde su posición, Dorian parecía imperturbable. De pie frente a Ronan, con la postura de un Alfa decidido, no había titubeos en sus órdenes ni rastros de piedad en sus ojos. Cualquiera habría creído que era un lobo sin historia, sin heridas, sin recuerdos. Pero Somali sabía más. Sabía que Dorian también había sido víctima de la crueldad más abominable, sabía que él también había sentido lo mismo. Y, sin embargo, ahí estaba, aparentemente entero.
Ella se preguntó si acaso él había enterrado esos