El salón del Hotel Imperial resplandecía bajo las luces de los candelabros de cristal. La crema y nata de la sociedad empresarial se había reunido para la gala anual de beneficencia de la Fundación Nuevos Horizontes. Mariana ajustó el escote de su vestido color esmeralda, un diseño que Alejandro había insistido en comprar para la ocasión.
—Recuerda, esta noche todos los ojos estarán sobre nosotros —le había dicho mientras el chofer los llevaba al evento—. La primera aparición pública como matrimonio De la Vega.
Ahora, con una copa de champán en la mano, Mariana observaba a Alejandro conversar con un grupo de inversionistas. Su traje negro a medida resaltaba su figura imponente, y la forma en que gesticulaba al hablar denotaba seguridad y poder. Por un momento, olvidó que todo era una farsa.
—Así que tú eres la nueva señora De la Vega.
La voz, suave como terciopelo pero afilada como navaja, la sobresaltó. Al girarse, Mariana se encontró frente a una mujer que parecía sacada de una revi