Mundo ficciónIniciar sesiónCELIA:
La realidad comenzó a filtrarse lentamente, como rayos de sol atravesando una densa niebla. Sentí el calor del cuerpo de Alonso, su respiración agitada contra mi piel. Mis ojos se abrieron poco a poco, adaptándose a la penumbra del refugio donde todos me miraban aterrados. El rostro preocupado de mi Alonso fue lo primero que vi, sus ojos oscuros llenos de amor y angustia.
—Estás a salvo, mi amor —susurró Alonso, acariciando mi mejilla con ternura—. Solo fue una pesadilla. Pero yo sabía que no era así. El sabor metálico en mi boca, la sensación de la daga en mi mano, todo era demasiado real. Miré hacia abajo y vi con horror que mi camisón estaba manchado de sangre, una sangre que corría hasta formar un charco en el piso a mis pies. —Alonso —murmuré, mi voz temblando—, creo que esto no ha terminado. Las Janare... están aquí. Un escalofrío me recorrió, y por el rabillo del ojo, creí ver una sombra moverse en la esquina. La pesadilla apenas






