248. LA TÍA CARMELA
Me quedé pensativa, imaginando cómo se desarrollaría esta historia de amor naciente, llena de malentendidos y pasiones. Solo esperaba que ambos pudieran superar este obstáculo inicial y encontrar la felicidad juntos. Después de todo, en este mundo complicado en el que vivíamos, el amor era uno de los pocos consuelos que nos quedaban.
El timbre de mi teléfono rompió el silencio. Lo tomé sin mirar quién era; solo mi hermano y Alonso tenían ese nuevo número. Y Nectáreo acababa de salir, entonces debía ser Alonso.
—¿Ya terminaste, amor? ¿Ya vienes? —pregunté emocionada.
—Celia, no cuelgues —respondió una voz desconocida de mujer que me heló la sangre—. Soy tu tía Carmela. Debemos hablar si quieres que la niña que llevas en tu vientre sobreviva.
Un escalofrío recorrió mi espalda. Ese nombre no me traía buenos recuerdos. Ella era la hermana mayor de Dinora, mi madre. La cual según había desaparecido y cedido el puesto a mi falsa abuela “La Jerarca”. ¿Cómo había obtenido mi número?
—¿Qué