CAPÍTULO 30. Una esposa para exhibir.
Narrador.
—Únicamente estoy notando los golpes que tiene. Déjeme traer algo para aliviar el dolor —, trató de maquillar sus verdaderas intenciones.
—No te preocupes, es mejor que me duelan —, Irina no la quería cerca porque notó que esas fueron caricias, y aunque una vez notó una mirada rara de su parte, no creyó que fuera cierto hasta ahora, que comprueba que sí.
—Dejaré aquí su comida para que se alimente. Recuerde que, estando fuerte, podrá irse —, fingía interés en ayudarla, pero era la necesidad de hacerla desviar las dudas.
Liseth Platas era interna en un hospital pequeño de la zona, uno de esos que abandonan porque funcionan en estos pueblos olvidados por Dios. Estaba agotada, con casi dos días sin dormir. Iba de camino a su casa cuando un coyote se le atraviesa en la carretera; casi le dio un infarto al esquivarlo. En eso ve lo que ocurre: varios animales de estos están alrededor de algo que tiene zapatos. Eso la hace frenar de golpe.
—¡Dios mío! Lo único que usa zapatos son l