CAPÍTULO 33. El demonio en mi cama.
Narra Irina
Cuando llegamos a la hacienda, Miguel estaba muy ebrio, tambaleaba de un lado a otro e intentaba tocarme. Me asqueaba su tacto sobre mi piel, quería morir en ese preciso momento. Entonces empecé a evadir cada toque, pero me era imposible porque el malnacido estaba empeñado en manosearme toda.
—Te quiero hacer el amor, Irina. No soporto que me trates como lo haces ahora. Necesito que mi esposa vuelva a ser la mujer que era antes de que ese muerto de hambre viniera a arruinarlo todo —. Mientras hablaba, se acercaba a mí con la clara intención de besarme. Quería seguir tocándome, haciéndome sentir asco, y no estaba dispuesta a permitir que continuara. Ya había sido demasiado por hoy. No podía permitir que lo hiciera, no después de que me pegó y me violó siendo un salvaje. Aproveché su debilidad para empujarlo, hacerlo caer en la cama. Lo empujé fuerte, apartándolo de mi lado, porque este hombre que una vez dije amar hoy no era más que un demonio ante mis ojos. Su borrachera e