Capítulo 251. A un latido de volver.
Amy Espinoza
La enfermera apenas dijo mi nombre, pero yo ya estaba de pie antes de que terminara la frase. Sentí que las piernas se me aflojaban y que el corazón me latía tan fuerte que casi podía escucharlo desde afuera. Adrián me tocó el brazo.
—Ve —me dijo—. Él va a sentir que estás ahí.
Asentí y seguí a la enfermera por ese pasillo frío que olía a cloro y silencio pesado. Cada paso me dolía en la boca del estómago.
No sé si era miedo, angustia, o esa sensación fea de que un segundo puede cambiarlo todo.
Me pusieron la ropa quirúrgica, y luego la enfermera abrió la puerta de la sala de cuidados intensivos y me indicó que pasara.
Entré. Y verlo fue… un golpe.
Max estaba ahí, pero no como siempre lo veía. No como el hombre que parecía capaz de cargar el mundo en los hombros. No como el que me abrazaba fuerte, el que manejaba con una mano en mi pierna, el que me miraba como si todo tuviera sentido.
Estaba sedado, intubado, cubierto de cables. La piel demasiado pálida. Un vendaje anch