Capítulo 250. Ni héroe ni villano.
General Augusto Montenegro
El silencio después de mis palabras llenó toda la habitación como humo denso.
Miranda seguía frente a mí, con el fuego de la chimenea, consumiendo documentos detrás de él, mientras la alarma roja parpadeaba sobre su rostro sudado.
Intentaba sostener la pose arrogante de siempre, la de político que cree tener un as bajo la manga. Pero yo veía los detalles: la respiración irregular, las manos tensas, los ojos buscando salidas que ya no existían.
—Augusto… no hay nada que decir sobre eso… mira —dijo, forzando una voz calma—… esto no tiene sentido. Lo que estás haciendo es un error. No puedes venir aquí como si fueras un ejecutor. Tú no eres eso. Nunca lo fuiste.
—Pues yo tampoco sabía que tú eras un terrorista —respondí—, hasta que ordenaste volar una propiedad con gente inocente adentro.
Miranda torció la boca, molesto.
—Ya te dije que eso era necesario.
—Y yo te dije que no lo era.
Di un paso hacia él.
Él se hizo a un lado, tratando de huir y llegar al otro l