Capítulo 129. Esto también se rompió.
Amy Espinoza
El sonido sordo de la turbulencia me despertó.
No fue fuerte, solo un movimiento leve que hizo temblar el vaso de agua sobre la bandeja y el cuerpo de Mía recostado sobre mi pecho.
Abrí los ojos despacio, tratando de ubicarme.
El sol seguía allí, derramándose por la ventanilla con esa luz blanca que quema incluso a través del vidrio.
La voz del piloto se escuchó a lo lejos, dando indicaciones sobre la altura y el clima.
Hawái ya quedaba muy atrás.
Parpadeé un par de veces hasta que mis ojos lo buscaron.
Y lo encontré.
Maximiliano estaba sentado al otro extremo del avión, mirando hacia afuera, con los auriculares puestos.
El reflejo del cielo se marcaba en sus lentes oscuros.
No se había dado cuenta de que yo lo observaba.
Por un momento me quedé inmóvil, intentando leerlo desde la distancia.
Esa distancia que él mismo había puesto.
Había algo en su postura que no reconocía.
Siempre lo había visto firme, atento, dueño de cada gesto.
Pero ahora parecía… ausente.
Como si est