—Buenos días, ¿cómo amaneció la futura señora Pirs?
Margaret le sonrió entre dormida. El incidente con Nike la había dejado angustiada, así que conciliar el sueño le fue difícil.
—No quisiera ir al trabajo, todavía tengo sueño —dijo, abrazándolo con fuerza.
—Yo no tengo inconveniente; por mí, puedes quedarte en casa y descansar un poco más —respondió, acariciando su cabello con voz suave.
Margaret suspiró. Sabía que no era solo el cansancio lo que la estaba deteniendo. La sombra de Nike seguía rondando en su mente, el temor de que pudiera aparecer en cualquier momento, desestabilizando nuevamente la paz que tanto necesitaba.
—Quizá… quizá debería tomarme el día libre —murmuró, cerrando los ojos mientras se refugiaba en el calor de Ethan. Pero, al mismo tiempo, sentía una punzada de culpa. Sabía que no podía huir de sus responsabilidades ni de los miedos que la acosaban.
—Haz lo que te haga sentir mejor —la miró con ternura—. Sé que el encuentro con Nike te desestabilizó, pero no tiene