Alice se ahogaba en sus propias palabras; el vino había desinhibido sus emociones más profundas. Damián la miraba, su expresión una mezcla de asombro y dolor. Las palabras de Alice lo golpearon con la fuerza de una verdad que había intentado ignorar.
—Alice, no es tan simple —logró decir Damián, su voz más suave de lo que pretendía. Se acercó a ella, intentando tomarla de los brazos, pero ella retrocedió.
—¿No es simple? ¿Qué no es simple, Damián? ¿Decir que me quieres? ¿Decir que esto no es solo un acuerdo? ¿Decir que confías en mí? —sus lágrimas finalmente cayeron, surcando sus mejillas sonrojadas.
Damián se quedó en silencio, incapaz de responder. La verdad era que sí sentía algo por ella, algo que iba más allá del deseo físico, algo que lo asustaba. Pero las amenazas, las fotos, la complejidad de su mundo… ¿cómo podía arrastrarla a todo eso?
—No puedes pedirme que sea honesta contigo si tú no lo eres conmigo, Damián —continuó Alice, su voz ahora un lamento—. Necesito saber la verda