Aunque no volvimos a tocar el tema, pronto resultó evidente que aquella conversación le aportó una renovada calma interior. Eso, sumado a que poco a poco recuperábamos nuestra intimidad, en la medida que los niños lo permitían, mejoró tanto su humor que hasta Enyd comentó que no lo había visto tan animado desde que lo rescataran.
Yo había decidido no presionarlo por definiciones ni respuestas más concretas. Tal como le dijera esa noche, respaldaría cualquier decisión que tomara costara lo que costase. Él era el hombre que amaba, y su felicidad y su bienestar, junto con la de mis hijos, eran mi prioridad.
Aine y Dugan regresaron de Vargrheim pocos días después, y con ellos llegó Milo.
Lo invitamos a cenar con nosotros esa noche, y la alegría de los niños al verlo mostró con claridad que durante nuestra ausencia, é