El mensaje de Aine llegó en una mañana nublada y ventosa, y luego comprobamos que el cuervo no podía haber arribado en mejor fecha, porque al día siguiente comenzó a llover. Y como para demostrar que el invierno había terminado al fin y llegaba la primavera, continuó lloviendo por casi dos semanas sin interrupción.
Risa y yo nos habíamos habituado a salir a caminar por el bosque que se extendía al este de Reisling hasta la confluencia del Launne y el Faol, más allá del puesto de Owen. Solíamos hacerlo temprano a la tarde, cuando la temperatura era más moderada. Bardo venía con nosotros, por supuesto, aunque no se comportaba mañoso ni agresivo. Iba y venía volando bajo entre los árboles, y si nos deteníamos, se posaba en una rama cercana. Como si ver que Risa mejoraba lo instara a recuperar una conducta más acorde a su naturaleza.
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