—Oye, Mael, Mendel y los demás estarán aquí en un par de horas.
—Avísame cuando lleguen.
Risa se echó hacia atrás para enfrentarme ceñuda.
—¿Quién es ése?
—Es Ragnar, el padre de los niños.
—¿Y lo escucho porque es lobo?
—Sí, mi amor. Somos la única raza que se comunica así.
—¡Pero yo no soy lobo!
—Eso es discutible.
Reí por lo bajo de su expresión y la retuve entre mis brazos cuando intentó alejarse de mí.
—Ya, ya. No, no eres loba —respondí—. No de nacimiento. Naciste humana, con unas gotas de sangre de paria en la tuya. Pero estar conmigo y engendrar a nuestro hijo te cambió un poco. Como lo de hablar con la mente.
En cualquier otro momento, su alivio me hubiera resultado ofensivo. Esa ma&