Logan caminaba por el gran salón de guerra con pasos pesados y decididos. Su respiración era lenta, controlada, pero sus ojos dorados brillaban con una ira latente. Jacop iba detrás de él, siguiendo su ritmo, mientras varios guerreros entraban y salían de la sala, cargando lanzas, cuchillos de plata y armaduras negras de cuero reforzado. El aire vibraba con el murmullo de preparativos y el zumbido de los miedos contenidos.
Logan se detuvo frente al gran ventanal que daba hacia los bosques. La luna llena estaba alta, teñida de un rojo profundo, como si anunciara la masacre que estaba por venir. Cerró los ojos y habló mentalmente a sus hombres, su voz retumbó como un trueno en cada mente conectada a la suya.
—Prepárense… Hoy defenderemos lo que es nuestro. No habrá piedad para los que crucen nuestras fronteras. No habrá perdón para quienes intenten acabar con nuestra manada.
En todo el territorio, los lobos de la manada Tormenta alzaron la cabeza al cielo y aullaron al unísono. El sonid