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Atravesé el cortinado de perlas y plumas blancas hasta que el amplio lecho quedó a la vista, con su dosel dorado y los grades candelabros en las esquinas, dándole una iluminación de ensueño.

—Lo recuerdo…—Murmuré—. Recuerdo esta alcoba, su olor es…

No pude seguir hablando, la pelirroja se acercó para sostenerme y solo entonces advertí que temblaba y que toda mi fortaleza se había convertido en un ramo de emociones que se desojaban velozmente.

Blehien se ocupó de apartar a los guardias y cerrando las puertas, me quedé a solas con las tres doncellas a quienes les correspondía el honor de atenderme y me alegré de que por el momento no se agregaran nuevas jóvenes a mi servicio, porque no me habría gustado que me vieran en ese estado. Fue así que llegué a sentirme aliviada porque en esa misma noche no debiera recibir al rey, ya que habría sido desastroso que viera a su esposa llorando en la noche bodas.

—Muchas cosas cambiaron en ese castillo, pero estas habitaciones permanecen tales y com
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